POBRE MADRID

A pesar de todos los planes que nos ofrece la capital, festivales de música, procesiones, conciertos, exposiciones…cada año muchos de los residentes en la capital deciden invertir el primer y último día de sus vacaciones de Semana Santa en un atasco monumental a las puertas de su ciudad y aprovechar sus vacaciones al máximo pero lejos.

Madrid es una ciudad que engancha, que gusta, que entretiene…y la mayoría de las personas con las que he podido hablar sobre la capital han confesado un amor incondicional hacia ella, pero incluso esas personas deciden reunirse en el atasco a otros amantes de la ciudad dándoles claramente la razón a aquellos que decían, “podéis tener mil cines mil teatros mil museos (…) pero al llegar agosto ¡vaya vaya! Aquí no hay playa…”

Y la verdad es que yo también les doy la razón, por ejemplo, yo no recuerdo una Semana Santa en Madrid, de hecho creo que nunca la he vivido e igual que yo, da igual que sea Semana Santa que Agosto, que puente de Mayo, los madrileños escapan de alguna forma de esta gran ciudad.

Asique resulta que Madrid nos hace compañía durante el frío invierno, nos ayuda a despejarnos con un largo paseo por la Gran Vía, cuando vas en su metro que te lleva volando o cuando el solecito nos visita y apetece tumbarse en El Retiro y cuando todo esto pasa llega la Semana Santa y nos olvidamos de ese Madrid que tanto nos cuida.
Si yo fuera Madrid me sentiría mal, abandonada.

Amalia